Hace 3 meses, anunciaba en esta página que era momento de cambio, un cambio profesional después de más de 35 años en el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, ahora pasados los 100 días de rigor para evaluar el cambio puedo ya tener algunas conclusiones listas para publicar y compartir.

Pasar de ser enfermero gestor en un gran hospital a ser enfermero comunitario es un cambio radical, y más para quién llevaba toda la vida en el mismo centro sanitario, es un cambio que supone un aprendizaje, una ilusión, unas ganas de evolucionar profesionalmente, partiendo de la base de la humildad y el respeto por los compañer@s del equipo.

Poder comprobar en primera persona el importante e imprescindible papel que desempeñan las enfermeras comunitarias en los centros de atención primaria, ver la autonomía profesional aunada con el trabajo en equipo: médicos, enfermeras, trabajadores sociales, TCAE, administrativos sanitarios, te hace tener ilusiones renovadas, te hace ver que una atención de calidad, personal y con H es posible.

También después de toda una vida en un ambiente hospitalario te das cuenta que el hospitalcentrismo es un error ya que:

La atención primaria no es la hermana pobre de la sanidad

Aprendizaje constante, predisposición, ganas de aprender y sobre todo ser una pieza más de la estructura que vela por los cuidados del paciente, su familia y la comunidad.

Sin duda me queda mucho por recorrer, mucho por aprender, muchas horas de consulta por atender, muchos pacientes por acompañar y cuidar, kilómetros de visitas domiciliarias por hacer, muchas vacunas por administrar, pero puedo afirmar que estoy contento y feliz con el cambio, un cambio que ha abierto nuevos horizontes profesionales, donde podré desarrollar lo aprendido en otras facetas, para que los pacientes obtengan lo mejor de mi, y sin ninguna duda mis compañer@s me van a ayudar a conseguirlo.

Gracias a tod@s los que habéis hecho posible este cambio.